Actuación en Santander

Era un domingo por la tarde. Cualquiera diría que el peor momento para convocar a cualquier tipo de acto social que no sea el futbol.
La casa era pequeña, también el salón, pero no importaba... mejor, así nadie podría esconderse en segunda fila.

El calentamiento previo lo hice en el cuarto de los niños, rodeado de peluches y con el poster de no-se-que cantante de moda presidiendo. No era la primera vez que tenía que vencer la tentación de salir a actuar "como siempre", pero volví a escuchar la voz de los compañeros recordando "venimos en nombre de todos ellos"... y volví a intentar abrir mi corazón para que la mirada de ese africano en la patera se me clavara dentro.

Al oir llegar a la gente, saludándose, riendo, alborotando, volví a tener esa sensación de estar fuera de lugar, de que la puerta de la habituación separaba dos mundos... pero no, en realidad yo pertenezco plenamente (quizas más que nadie) a ese mundo del alboroto y la despreocupación.

Escuche que una de las invitadas, peruana, se llamaba Amanda y decidí cambiar el nombre de la prostituta del texto por "Amaya", para evitar que la coincidencia pudiera producir alguna risilla o simplemente desconcentrar a alguien. Luego resultó que otra de las invitadas se llamaba Amaya... ¿doble coincidencia?

Al entrar, vi por primera vez los rostros de aquellas voces que habìa estado escuchando tras la puerta, fijos en mí, bueno, no en mí... en "el extraño" que entraba en el salón.

La actuación fue más o menos bien. Quizás un poco carente de "verdad" en la primera parte... sobretodo tras un error de texto que cometí y me desconcentró un poco... ciertamente debía haber ensayado mejor tras el parón del verano.

Como noticia no me resistí a comentar ese anuncio institucional que viene ahora en todos los diarios: "dejamos huella"... en el que se "invita" a los inmigrantes a lanzar iniciativas económicas... en su país.. vamos que aquí sobran. A la vuelta de la página del diario aparecía la noticia del número de inmigrantes autónomos que están en Paro... ¿coincidencia?

El diálogo fue bastante bien. Especialmente por la aportación de una de las peruanas, de su experiencia personal... la única que habló de la dignidad y la necesidad
de unirse para luchar... pensé: "todo lo que digamos ahora sobra".

Fueron varios los invitados que manifestaron querer organizar una sesión de TeatroZero en sus casas o quedar para ver una película, comentar un libro... espero que no se quede en buenos deseos (como lamentablemente ocurre a veces) sino que le pongan fecha y nos volvamos a ver por tierras Cántabras.

Un saludo a todos

Rodrigo

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